lunes, 21 de julio de 2008

Pelirrojo, el perro fiel

Pedro era un señor de unos cuarenta años que vivía en una ciudad española. Su esposa hacía unos años que había fallecido, por lo que él vivía solo en una casa muy grande.

Un día se le ocurrió la idea de tener un perro, de esta forma no se encontraría tan solo. Con esa intención se dirigió a la Asociación Protectora de Animales y se fijó en uno que tenía buen porte, pero la mirada triste. Estaba flaco y parecía enfermo.

El veterinario le explicó la historia de este perro, llamado Pelirrojo:

-Hace dos semanas lo trajeron porque se estaba muriendo de inanición. No quería comer pues se encontraba deprimido, debido a que un auto había atropellado a su novia, una perrita llamada Canela. Fue una gran conmoción para él, ya que presenció el accidente y quedó traumatizado. En dos semanas se ha mejorado, pero avanza muy lentamente en su recuperación.

A Pedro le impresionó la historia de ese perro, por lo que de inmediato decidió adoptarlo.

Lo llevó al veterinario, el cual le hizo una revisión general y le dio unas vitaminas para que cogiera fuerza y recuperara el apetito.

Pronto empezó una rápida mejoría. El dueño de Pelirrojo le daba mucho cariño. Lo sacaba a jugar al campo y a la playa. Lo llevaba para que jugara con otros perros y le ponía música relajante cuando estaba nervioso, y música alegre cuando se encontraba deprimido.

Con tan buena atención y cariño Pelirrojo se encontraba cada vez más feliz en la casa de Pedro.

Así transcurrieron los siguientes diez años hasta que un día, cruzando un paso de cebra, Pedro fue atropellado. Quedó malherido y fue llevado con urgencia al hospital donde quedó ingresado en la UCI.

Pelirrojo se lamentaba:

-¿Cómo es posible que me suceda esto a mi? Primero atropellaron a mi novia y ahora a Pedro, mi dueño, que se ha portado tan bien conmigo. Yo lo quiero tanto que si él fallece, yo moriré de pena y de tristeza.

Cada día a las cinco de la madrugada cruzaba la ciudad desde su casa vacía, pues le faltaba su dueño, hasta el hospital para esperar a que saliera. Allí permanecía en la puerta todo el día, ajeno al desaliento.

Su amo sólo sobrevivió al accidente unas pocas semanas y fue enterrado en el cementerio de la ciudad.

Ajeno al fatal desenlace, Pelirrojo estuvo siete años cruzando la ciudad cada día para ir al hospital a visitar a Pedro, y regresando a su casa muy tarde. Este perro era una institución en la ciudad. Todos conocían su historia. Lo veían caminar triste por las calles y cruzar los pasos de cebra. Todos los peatones y los automovilistas le cedían el paso. Y las enfermeras y otro personal del hospital le echaban de comer cada día.

Un día un morista descuidado atropelló a Pelirrojo. Esto ocasionó una conmoción en la ciudad, puesto que era muy querido por todos. Se apreciaba mucho la fidelidad y el amor por su dueño.

En recuerdo de este perro ejemplar se erigió una escultura en una plaza cercana al hospital, donde tanto tiempo esperó por su dueño.

En la placa figura la siguiente inscripción: Homenaje a Pelirrojo, el perro fiel.

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