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miércoles, 12 de noviembre de 2008

Enamórame cada día

Amor, eres el sol de mi vida, la luna de mis sueños, las estrellas de mi alma, la canción que alegra mi vida, la sonrisa que eleva el espíritu y los ojos enamorados que iluminan y calientan mi corazón.

Enamórame cada día que yo te enamoraré cada minuto, dame un millón de besos que yo te daré ese millón elevado a la enésima potencia, hazme feliz como tú sólo sabes hacerlo, porque así subiremos juntos al cielo, extasiados e imbuidos en un intenso amor para siempre.

Nos encontraremos en el paraíso del amor, recorreremos juntos las sendas de la paz y de la felicidad. El intenso abrazo sellará el momento estelar de amor, aquél que nos transportará a otros mundos inexplorados, a otras sensaciones mágicas, a la íntima unión de nuestros cuerpos y de nuestras almas, hasta que un millar de trompetas y violines iluminen el firmamento de nuestras vidas.


Año 2005

lunes, 21 de julio de 2008

Carta a mi Princesa

Compañera de viaje, compañera de trabajo, de diversión y de lecho. Sólo para decirte lo mucho que te quiero. Que nunca había conocido el amor antes de conocerte a ti. Ahora sé lo que es leer en los ojos de una mujer los versos del alma. Ahora sé lo que es musitar palabras de amor mientras asciendo por la vorágine de la espuma de las olas, ahora sé lo que es esperar un nuevo amanecer junto a la esperanza, a la fe y al ensueño de una mujer.
Que este te quiero quede grabado como quedarían esculpidas estas palabras en la dura roca. Que queden para siempre. Y cuando yo parta por el camino de una nueva vida, sepas que te amé con toda mi alma, con un brillante fulgor en mis ojos cada vez que te veía, que te sentía, que te imaginaba y que te soñaba.
En la nueva vida me gustaría de nuevo conocerte para cruzar contigo los más caudalosos ríos, las más escarpadas montañas, los más áridos y extensos desiertos ý los más plácidos y hermosos lagos y praderas.
TE AMO.

jueves, 17 de julio de 2008

Carta a mi Princesa

Mi querida y linda Princesa: Cuando la noche llegue a tu almohada, descansa y sueña conmigo que yo te velaré y te acompañaré en tu soñar.
Cuando el día se asome por tu ventana, sigue en la cama descansando, te acompañaré en tus pensamientos de mujer feliz y enamorada.
Cuando te levantes y despereces, lo haré contigo y te acompañaré con la silente reverencia de amor e intimidad más profundas.
Si el día oscurece y se levanta una tempestad con aparato eléctrico y lluvias torrenciales que parece que el mar se ha establecido a tu alrededor, de manos nos sentaremos al pie de la lumbre y nos miraremos a los ojos del alma, en un silencio donde sólo hablarán los ojos.
Si el sol luce con todo su resplandor sonriente y saludándonos con dulce placer de amigos, pasearemos cogidos del talle, riendo y gozando de nuestra compañía, charlaremos de vanalidades o de la intimidad de nuestros seres.
Si te asusta la ronroneante abeja o el trepidante ruido del lago embravecido, te calmaré con susurros de amor y paz que aliviarán tu pavor y desconcierto, llevándote sonriente a la orilla de la tranquiliad.
Cuando te falte el ánimo o la fuerza para tomar una decisión necesaria para conseguir los objetivos que te has propuesto, ahí estaré yo apoyándote y aligerando el peso de la responsabilidad, y juntos analizaremos las circunstancias con el fin de que puedas decidirte siempre por lo más que te convenga con decisión y fe.
Cuando quieras estar sola, te dejaré que alimentes tu alma con la tranquilidad y paz necesarias para retomar luego una vida armónica en pareja.
Cuando enfermes, o decaiga tu ánimo, allí estaré yo solícito para acompañarte y cuidarte con cariño y esmero hasta que vuelvas a sonreír.
Siempre estaré contigo, presente o ausente, pero siempre a tu lado con infinito amor y con inconmensurable pasión, intentando hacerte feliz, sólo pensando en tu bienestar y felicidad.