En toda sociedad, familia u organización, sus componentes tienen unos derechos y unas obligaciones que componen las normas y reglas de convivencia, para desempeñarse de forma correcta en cualquiera de esos grupos. Dichas normas deben ser conocidas por todos. Y cuando éstas se respetan, todos se relacionan de forma armónica, aportando al colectivo bienestar, paz y felicidad.
Pero algunas veces esto no funciona así. En la época en que vivimos, que son momentos de carreras, de ocupaciones intensivas, de adelantos tecnológicos a mucha gente no le da tiempo para reflexionar sobre aspectos tan importantes como quiénes somos, adónde vamos, quiénes son mis vecinos, mis compañeros de colegio o de trabajo, etc. Nos encontramos inmersos en una sociedad en la que cada uno vive de acuerdo a su libre albedrío sin tener en cuenta a los demás. Ante esta situación la convivencia se hace difícil, por no decir imposible, surgiendo conflictos, stress y enfermedades. No hay tolerancia, respeto, solidaridad y menos compasión. Por ejemplo, a veces hay gente que sube a Youtube videos donde se han grabado realizando viles acciones en contra de sus semejantes, de compañeros, niños, mujeres o ancianos. No respetan a nadie. Todo eso es motivo de diversión, de risas y de fiestas. Se vanaglorian de acciones tan deplorables.
Probablemente esas gentes han sido educadas en familias desarraigadas, con muchos problemas, con carencia de afectividad, de amor y de hacer uso incorrectamente de su libertad.
Ellos no han percibido respeto en sus hogares y, por ende, han aprendido esa forma de comportarse. No respetan a su familia, a sus profesores, a la fuerzas del orden público, ni a nadie.
Martin Luther King dijo, respecto a la convivencia: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.
No obstante esta situación de algunos, hay otros muchos que hacen uso de toda su capacidad de amar para tratar a los demás con respeto y consideración. Han tenido la fortuna de crecer en un buen ambiente familiar, cultivando los valores que hacen vivir dignamente al hombre. Son capaces de esforzarse por los demás, hasta de sentir compasión por ellos.
Estos son los que dan ejemplo de buena convivencia, de entablar relaciones satisfactorias con sus congéneres. Son los llamados a ser líderes en instituciones y organizaciones que desarrollan sus actividades en los ámbitos de la educación, de la asistencia sanitaria, servicios sociales u otros donde son espejo de conducta para los demás.
Otros no ocuparán los sillones de líderes, pero serán empleados, trabajadores, amas de casa, mozos o asistentas de hogar, pero su forma de actuar con amor y respeto harán que sean piezas sumamente importantes en la sociedad donde conviven.
Esas personas seguro que no callarán ante las injusticias que se cometen sobre los débiles y marginados. Ya Gandhi decía: “Lo más atroz de las cosas malas es el silencio de la gente buena”.
Hoy 8 de octubre, nos adherimos muchos blogueros a esta Inciativa, para impulsar los valores de una armónica convivencia. Al mismo tiempo nos unimos a los profesores, los padres y a todos los que la intentan promover, cada uno en su ámbito. Y, de esta forma, estaremos sembrando la semilla del respeto, del amor, de la tolerancia y de la comprensión entre todos los miembros de la sociedad.