martes, 10 de junio de 2008

Sabor a mi tierra

Sólo soy un canario que no olvida los caminos de su isla entre montañas, las rubias arenas de sus playas, o las piedras que bordean los caminos. No olvido el aire de mi tierra que me envuelve en sueños cada noche, ni de mis gentes que me hablan a través de la brisa, no me olvido de la Luna que veo pasar cada noche sobre mis montañas aldeanas, ni las tuneras que tanto amaba mi padre. No olvido el canto de los pájaros, ni el croar de las ranas que me despertaban cada mañana.
No me olvido de la Bajada de la rama, ni de la Fiesta del Charco, ni de los Carnavales, ni de la Feria del libro, ni de la Playa de las Canteras, ni de mi Unión Deportiva, ni de la Romería a la Virgen del Pino.
Tampoco me olvido de todos los artistas del pueblo, aquellos que escriben, pintan, modelan, esculpen cada día en silencio, sólo escuchados por el viento y por las cañas del camino.
A pesar de que aquí abunda el agua hasta el cansancio, el canto interminable de los ríos, el reflejo de la luz en la nívea montaña, adornada su cima con una perenne fumarola, el exuberante bosque que embellece todo lo que nos rodea, del viento frío que hace temblar la piel del caminante. A pesar de la inefable belleza de la Naturaleza con que Dios dotó a esta zona...A pesar de todo eso...No me olvido del olor de mi terruño que me vio nacer.

1 comentario:

Lidia M. Domes dijo...

Es que uno ES por sus padres y por su tierra!!!

Cariños,

Lidia