miércoles, 23 de julio de 2008

Cae la lluvia

Cae la lluvia, lluvia, lluvia...lluvia interminable. En vez de gotas caen barriles de agua, miles cada segundo, millones, centenares de millones. El agua caída forma ríos de agua pura y cristalina.

Para cruzar a la parada del autobús, o al centro comercial que está situado frente de la casa, hay que utilizar una barquilla que de nada que se forma la correntía de agua el barquero pone a disposición de los vecinos. Hay que sacar en taquilla el billete, es bastante económico, aunque la verdad que el recorrido es muy corto, quizás unos treinta metros.

El sol hace muchos días que no luce, está escondido detrás de unas negras nubes que no terminan de decidirse a moverse. Pienso que el sol ya se habrá olvidado de realizar su función. Me estoy quedando descolorido. Quizás tenga que ir a uno de estos locales de rayos uva para poderme broncear un poco.

Sigue cayendo la lluvia, cae y cae y no deja de caer a borbotones. Pienso que si salgo y me cae en la cabeza me la puede horadar hasta poner al descubierto mis pensamientos más ocultos, hasta aquellos que no están en mis niveles de conciencia.

Quizás sea una catarsis que me haga falta para poder resolver algunos problemas irresolutos que de forma inconsciente me están haciendo daño, tal vez durante decenas de años.

No para de caer la lluvia, ahora lo hace de forma más violenta aún. Parece que las compuertas del cielo se han abierto, dejando pasar miles de toneladas de agua.

Creo que las simples barquillas para cruzar la calle serán en plazo muy breve sustituidas por barcos de mayor calado, quizás los que utilizan en verano para los paseos turísticos por el lago.

La fuerte lluvia es acompañada por fuertes vientos. Vientos que durante el día producían unas enormes olas en el lago. Los surfistas se dedicaron en el día de hoy a navegar con sus tablas, a "coger olas". Lo hacían de forma genial, seguro que asistieron a buenos cursos, o quizás algunos participaron en algunos concursos internacionales en las islas Canarias o en las Hawai.

Arrecia la lluvia. No tiene visos de que pueda parar en horas, ni en días, tan vez ni en semanas. Parece que en el cielo hayan hecho acopio de gran cantidad de agua, por lo que no se vislumbra una ligera mejoría en el tiempo.

Observo cómo los perros se trasladan nadando por el río frente a la casa. Uno lleva su cabeza bastante fuera del agua para poder asir con su hocico un pequeño cesto con alimentos que lleva a su dueño, quizás impedido en su casa o tal vez no quiera empaparse o no quiera pagar el billete en la barquilla.

Toda la noche estuvo lloviendo a cántaros. Me asomaba de vez en cuando por la ventana para deleitarme con la gran cantidad de agua que caía. Me fascina ver llover, y si llueve de esta increíble forma me puedo quedar horas, extasiado, observando cómo cae ese manantial de agua. Por la mañana corrí de nuevo a la ventana del salón para gozar de tamaño panorama cuando me llevé una gran sorpresa. La Loba, nuestra pastora alemana, se encontraba delante de la verja observando el ir y venir de la barquilla. Estaba completamente empapada, pero a ella no le importaba. Sus ojos vivarachos se quedaban con todo lo que pasaba delante de sus ojos. Movía su cabeza según se fuera moviendo su objetivo, sus orejas, enhiestas al cielo, captaban todos los sonidos, por imperceptibles que fueran. De vez en cuando caminaba a lo largo de la reja que culmina la tapia que rodea la casa para poder captar el bello panorama que observaba.

Me había quedado extasiado observando el lluvioso día, habían pasado dos horas cuando mi estómago me pedía el desayuno para empezar el día con la energía y alegría de siempre.

Lluvia, lluvia, lluvia interminable que me acompaña cada minuto, cada hora, cada día. Es como una deliciosa melodía que alegra mi vida, que me inspira amor, tranquilidad, esperanza, fe....Amo la lluvia, me gustan los ríos de agua que cruzan todos mis espacios, que riegan mi espíritu, mi alma y mi cuerpo.

Espero que continúe lloviendo de esta manera durante días, semanas, años. Así limpiarán mi cuerpo y mi alma. Así podré vivir bajo la eterna melodía olvidada donde las gotas, los chorros, los barrancos, los ríos, las cascadas y las cataratas me acompañarán para siempre. Navegaré hasta tus brazos que me esperan dulcemente para traspasar juntos el umbral de la vida rumbo a nuestro destino final.

2 comentarios:

Dejame que te cuente dijo...

Encantada de perderme por tus letras..
un saludo y muchas gracias por tu comentario en mi blog
:-)

Juan Antonio dijo...

Agradecido por tu visita. Me encanta que te pierdas por mis letras, estoy seguro que nunca estarás del todo perdida, pues tú tienes mucha luz.

Saludos,

Juan Antonio