lunes, 21 de julio de 2008

En la noche fría del invierno estrellado

En la noche fría del invierno estrellado mi mente vuela hacia ti con perseverante amor, con una inmensa alegría de tenerte siempre en mis más profundos sueños.
Ni la soledad que invade mi corazón, ni la lejanía de las estrellas más brillantes del firmamento, ni el caudaloso y furioso río me pueden separar de ti.
Cuando sueño en los fuertes y esplendorosos sauces que bordean el lago de tu vida, más fuerte es mi decisión de continuar en la misma barca, remando con fuerza, con perseverancia, con decisión.
No importa la furiosa fuerza de las aguas lacustres, ni la crecida que casi cubre mi boca, mi espíritu y mi razón.
Finalmente llegará el sol del verano que calentará mi corazón, necesitado de tu amor, de tu calor, de tu palabra y de tu ser.
Llegarás tú cual arco iris de intensos colores que derretirá mi tristeza y mi desazón por la vida. Iluminarás mi espíritu desde lo alto de tu atalaya, con gesto sonriente y amoroso.
Con voz fuerte y cálida, sembrada de tonos de amor, dirigirás nuestra barca por sendas tranquilas de armonía y paz, sin desánimo, ni indecisión.
Donde el césped de intensos tonos verdes será el símbolo de un nuevo amanecer en nuestras vidas. Reverdecerán muchas ilusiones perdidas a través de años de incomprensión y desamor.
Al fin llegará la mañana de la alegría, dejando atrás negros nubarrones, sueños incontrolados y la escarcha del corazón.
Tus ojos marrones de Princesa enamorada llegarán hasta mí con la inusitada fuerza del amor, penetrando hasta las más profundas grietas de mi corazón, curando las heridas del pasado.
Tu sonrisa de musa de mis versos y cuentos fantásticos me envolverán en una ola de amor y poesía, rememorando inolvidables tiempos en que la felicidad inundó nuestros corazones en una vorágine de intensos sentimientos de amor profundo, como río benefactor de alegres y coloridas praderas.
Tu palabra cálida regará los campos de fresas y amapolas, secando las lágrimas del intenso frío que las envolvió durante la noche, volviéndose suaves y transparentes, cálidas y apasionadas, sabrosas y delicadamente lindas.
En esta alegre e ilusionante mañana caminaremos por la misma senda tomados de la mano para no separarnos jamás.

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