viernes, 25 de julio de 2008

Hertha (Dedicado a los amigos de los animales)

En un valle precioso poblado de muchos árboles nativos, un riachuelo corría alegre entre los robles y gualles. Ese valle se encontraba entre altas y verdes montañas. Era un lugar tranquilo donde vivía una colonia de perros vagabundos, cuidados por Eleazar el Bueno. Así era apodado porque era un hombre de buen corazón que había dedicado su vida por entero al cuidado de los animales, especialmente de los perros.

Había canes de distintas razas que Eleazar los iba recogiendo de la calle, pues sus dueños se iban cansando de ellos y los abandonaban. Lo que es la vida, mientras eran pequeños era la diversión de sus hijos, pero ya luego, despiadadamente, los tiraban a la calle, corriendo el riesgo de ser atropellados o de adquirir una enfermedad que les haría perder su calidad de vida, o tal vez morir.

A Eleazar le ayudaban varias personas en el cometido de cuidar a los perros. Estaba Rosa que se encargaba de recaudar fondos entre los amantes de los animales para el sustento y cuidado de los canes, también iba por los supermercados y restauranes, cuyos gerentes hacían aporte cada día de los alimentos que les iba sobrando.

Todos reconocían la gran labor de Eleazar, de Rosa y de todos los que de una u otra forma ayudaban en la Comuna de los perros, como así se le llamaba popularmente.

Entre otros colaboradores se encontraba Mario, el veterinario, que solícito atendía a los perros de forma totalmente altruista. Él siempre tuvo mucho amor hacia los canes desde que sus papás le regalaron uno cuando apenas contaba un año. Todavía se acuerda de Ril, un pastor alemán que fue su amigo desde temprana edad hasta que falleció ya en su vejez. Fue una gran pérdida para él. Y nunca lo ha podido olvidar.

También colaboraba activamente Marcela, una señora europea que siempre amó a los animales, pues esa cultura le vino de sus antepasados, de sus abuelos y padres. Ella era Kinesióloga, amaba su profesión y también a los perros, por lo que se ofreció para ayudar en todo lo relativo a su especialidad.

A mediados de julio llegó a la Colonia una pequeña perra pastor alemán, de apenas ocho meses de edad, que a simple vista se apreciaba que padecía de una paraplejía. Sus dos patas traseras no podían sostenerla de pie, por lo que se arrastraba lamentablemente. Su nombre era Hertha.

Ella se encontraba deprimida, apenas podía abrir sus ojos para que le rodara una lágrima de tristeza por no poder jugar con sus amigos de la Colonia.

Al verla Eleazar enseguida llamó a Marcela, a la cual le contó lo de Hertha. Ella nada más escuchar lo que le contaba Eleazar tomó su auto y se dirigió a la Colonia para hacerse cargo de la perrita parapléjica.

Cuando llegó, después de saludar a Eleazar y que éste le contara la situación de Hertha, Marcela tomó en brazos a la perrita y amorosamente le dijo:

-No te preocupes, chiquitita, te pondrás bien.

-Hertha no pudo ni contestarle de la depresión en que se encontraba. Sólo pudo agradecerle a ella con sus ojos su cálida acogida.

Marcela regresó a su hogar y le buscó un hueco en la casa de sus mascotas, pues ella tenía tres hermosos perros, los cuales, al ver a su nueva hermanita, la acariciaron y la lamieron concienzudamente haciéndole recobrar un poco su decaído ánimo.
Poco después Marcela la recogió y la llevó hacia su camilla de trabajo donde empezó a darle unos suaves masajes en las terminaciones nerviosas causantes de la patología que la tenía a mal vivir.

Mientras le hacía los ejercicios de recuperación, ella le iba hablando amorosamente:

-Hertha, querida, te vas a poner muy bien pronto. Podrás caminar y jugar con Klein, con ´Mädchen y con Friedrich.

Hertha se iba sintiendo cada vez mejor, por lo que pudo responderle:

-Gracias por lo que haces por mí, Marcela. Antes me hacía caca y me ensuciaba por lo que no era muy feliz. Y con una sonrisa en sus labios se quedó dormida plácidamente. Era la primera vez que esto sucedía, puesto que siempre dormía triste y preocupada, por lo tanto, en el sueño sólo tenía pesadillas.

Después de dos sesiones Hertha ya se podía mantener sentada sin caerse hacia los lados. Ya daba unos suaves ladridos de agradecimiento y de felicidad por los progresos en su recuperación.

Al volver Hertha con sus nuevos hermanos ya los veía jugar y se atrevía a participar con ellos en los juegos moviendo sus patas delanteras, y tratando de morderles suavemente, para demostrarles así su agradecimiento y su afecto por la buena acogida que le habían dispensado en su nueva casa.

Pasadas seis sesiones Hertha ya pudo utilizar un andador ortopédico que Marcela había conseguido para que su recuperación fuera más rápida.
-Muy bien, Hertha. Eres una paciente muy colaboradora, a este ritmo ya pronto podrás caminar sin problemas. No te vas a acordar que alguna vez fuiste parapléjica.

Y pasado el tiempo, Hertha se recuperó totalmente, haciendo una vida feliz en su nueva casa y con sus nuevos hermanos.

-Gracías, Marcela, has sido mi salvación. Seguro que hubiera muerto de tristeza por la lamentable situación en que me encontraba- Le decía moviendo el rabo de alegría y con sus ojos saltones de felicidad le lamía sus manos en señal de agradecimiento.

Marcela le sonrió y pensó en cuantos casos como éste no llegaban a sus manos, por lo que los perritos sufrían lo indecible durante toda sus vida.

-Es una alegría tenerte entre nosotros, Hertha.

Klein, Madchen y Fridriech, junto con su hermana adoptiva, formaban una buena familia y de vez en cuando iban a visitar a Eleazar y a todos sus amigos de la Colonia, con los que jugaban durante toda una tarde, mientras Marcela, Mario, Rosa y Eleazar charlaban animadamente sobre el nuevo proyecto de Comuna, puesto que en la que estaban se tenía que cerrar, por lo que debían trasladarse.

-Todo saldrá bien- dijeron todos a una.

Hertha, que se encontraba por allí cerca y que escuchó el comentario les dijo:

-Eso espero, son ustedes unos grandes defensores de los perros.

Todos sonrieron y le dijeron que se fuera a jugar con sus amigos, quese encontraban formando gran algarabía detrás de una pelota.

Hertha vivió muchos años en su nueva casa y con sus nuevos hermanos. Sólo se le notaba una ligera cojera que no le impedía divertirse con ellos y ser inmensamnte feliz.

2 comentarios:

Lisa dijo...

Hola, Juan. Yo no tengo muchas palabras en Espanol, pero yo quiero decir Gracias por mirando (?) mi blog, lisa-sweetandsassy.blogspot.com.

Por favor, si Ud. quieren, digame (?) en Ingles como Ud. lo encuentra? Ud. esta el primero visitar.

Cuando yo tengo mucho tiempo con el diccionario Espanol, quiero leer el blog de Ud.

Muchas Gracias - Lisa, Reno, Nevada, USA

Juan Antonio dijo...

Hola, Lisa, es un placer tenerte de visita a mi blog.

No te preocupes por tu español, se entiende bastante bien. Además, poco a poco irás mejorando.

Saludos desde Villarrica/Pucón - Chile