Mi espíritu sigue tus pasos
a través de mundos invisibles
de inefables viajes sin fin
y de indescriptibles aventuras.
El lago, el volcán, el sol
junto a la cordillera
eran mudos invitados
del extraordinario encuentro
intergaláctico.
Algún día florecerán las flores
en el jardín de la eterna primavera
donde las rosas volverán a sonreír
acunadas por el canto del viento
hasta que el día cierre sus ojos
al despedirse el sol tras la montaña...
Y allí estarás tú, sonriendo,
en la orilla del lago
creyendo que la noche es el día
y que la luna es una estrella
que llega para quedarse
acurrucada a tu vera.
2 comentarios:
cuánto puede dar un hombre de su espíritu, de su alma, de donde sea, para hacer la vida agradable a otros y por ende a sí mismo. Hermoso escrito, mi amigo,
Hola Juan, tiempo sin leerte, me alegra volver a encontrarte y leer tu sabio poema.
Un abrazo.
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