lunes, 21 de julio de 2008

Bigger, el perro grandote

-Esta es la clínica que me recomendaron unos perros amigos míos en Pucón- Comentó Bigger en voz alta.
Un campesino que por allí pasaba vio al enorme perro de color canelo claro que miraba fijamente el cartel de la Clínica y le preguntó:

-¿Que le ha pasado, amigo?

Bigger con voz lastimera le contestó:

-Verá, señor. Yo iba tranquilamente caminando, sin molestar a nadie cuando un gamberro me tiró piedras. Yo corrí, pero me caí y se me partió una pata. Luego un perro malo me dio una gran mordida en el lomo.

-Pobrecito, está usted muy malherido. Pero también lo veo muy débil.

-Así es, señor. Hace una semana emprendí el camino hasta llegar aquí. Gente buena me ha ido alimentando por el camino. Ellos querían curarme, pero tenía mucha fe en Gisa, la doctora de esta clínica.

Bigger se despidió del señor. Lentamente se dirigió hacia la puerta, tocó el timbre y cayó desmayado.

Cuando Gisa abrió la puerta y vio ese perro enorme tirado en el suelo inconsciente, llamó a su marido y entre los dos lo llevaron hasta un lugar donde pudieran acostarlo.

Cuando la doctora lo examinó se dio cuenta que el perrazo estaba muy mal. Lo abrigó, le dio un biberón con alimento y lo dejó descansar.

Al cabo de muchas horas despertó y Gisa aprovechó para curarle la herida. Luego le puso gran cantidad de comida que devoró al instante. Bebió mucha agua y se quedó dormido rápidamente.

Estuvo durmiendo día y medio. Cuando se despertó, comió y bebió mucho y se quedó dormido de nuevo. Esta vez estuvo durmiendo dos días seguidos.

Gisa estaba atenta para cuando se despertara llevarlo a la Clínica de Marcos, el veterinario "amigo de los animales", pues sentía un gran amor por ellos. Le escayoló la pata rota y le curó la herida.

Como Bigger estaba mejor, Gisa lo dejó fuera de la valla de su casa, para no mezclarlo con sus perros, ya
que el Moreno, el macho de la casa, era muy celoso. En ese lugar estaría bien atendido.

Bigger comió y al terminar trepó por la valla de dos metros de altura y se introdujo en el patio de la casa de Gisa. Ésta, al percatarse de eso, le dijo cariñosamente:

Bigger, no puedes entrar porque Moreno es muy celoso y habrá problemas. Así que te quedarás aquí que yo te atenderé muy bien.
El gran perro no contestó, sólo la miraba con sus grandes ojos.

Lo puso fuera y ella se marchó a su casa.

Al poco rato se dio cuenta que Bigger había trepado de nuevo y estaba echado tranquilamente en su patio.

Otra vez lo situó por fuera de su valla, explicándole nuevamente las razones de esa determinación.

No obstante, poco después ya estaba dentro otra vez.

Ante esto, Gisa decidió dejarlo en el patio, esperando que no tuviera problemas con Moreno.

El marido de la doctora le construyó una bonita casa a Bigger y la colocó en el extremo contrario a donde estaba situada la de Moreno.

Lo llevaron a su casa, pero no quería entrar.

El matrimonio no sabía el porqué Bigger no quería pasar a su casa, ya que era muy bonita, de colores alegres y muy espaciosa. Al fin, el marido le hizo una ventana en la pared posterior de la casita del perro. Inmediatamente entró y se puso a observar por la ventana. Entonces se echó muy tranquilo. Ya era feliz en su nueva casa.

Después de algunas semanas ya Bigger se había recuperado totalmente.

Bigger se llevaba muy bien con todos los perros y gatos de la casa, excepto con Moreno. Pero se mantenían alejados uno del otro y no pasaba nada, aunque Moreno lo miraba con ojos recelosos.

Cierto día una gata parió catorce crías. Eran muchas para cuidarlas, puesto que se había quedado muy débil. Bigger se percató de eso y los acogió como propios. Los cobijaba entre sus patas. Les daba calor y los lavaba, lamiéndolos con su lengua.

El los contaba y si le faltaba alguno lo recogía con su pata y lo colocaba junto a los demás.

Un día Gisa vio que Bigger estaba acostado fuera de su casita. Fue a ver por qué motivo no entraba. Al fin vio que su cama estaba ocupada por tres crías de la gatita y no las quería despertar.
Lo mismo sucedió con dos cachorros de perro que fueron de visita a la casa de Gisa. Se acostaron en su cama y éste prefirió dejarlos descansar y quedarse velando su sueño, así nadie los molestaría.

Finalmente llegó el día en que tuvieron que buscarle un amo a Bigger, debido a su incompatibilidad con Moreno.

Gisa le explicó con mucho cariño a Bigger el motivo de su decisión.

-Querido Bigger, sabes que Moreno es muy celoso y no puede haber dos machos en el patio. Tengo un amigo que se hará cargo de ti, será un buen amo que te cuidará y serás feliz con él. Además, te iremos a visitar a tu nueva casa cada semana.

Bigger no contestó nada y con lágrimas en los ojos le dio un abrazo a Gisa y a cada uno de los perros y gatos del patio. También le dio un abrazo a Moreno que lo aceptó de buen grado porque se iba a marchar, ya no lo tendría nunca más cerca de él..

Bigger fue feliz en su nueva casa con su nuevo amo. Gisa todos las semanas, con algunos de sus perros y gatos, lo iban a visitar.

Todos se quedaron contentos porque Bigger se encontraba bien y era feliz; y tenían la oportunidad de visitarlo todas las semanas.

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