lunes, 21 de julio de 2008

Paseo con mi Loba

Hoy salió el sol, ¡por fin!
A pesar de que está anunciado que seguiría lloviendo hasta el próximo viernes, dejó por un rato de llover. Unos tenues rayos de sol que iluminaron mi dormitorio, mi casa y mi espíritu. La verdad que tales rayos me sorprendieron en la cocina tomando desayuno y viendo las últimas noticias en la tele. En ese momento decidí que había que aprovechar el buen tiempo para salir a dar un paseo al lago.
Saludé a la Loba, mi pastora alemana, y le prometí que le pondría su comida antes de irnos de paseo, ya que ella es mi fiel compañera de esparcimiento. Hoy tendría un extra, pues normalmente salimos a dar un corto paseo cerca de la casa. Justo al lado del centro comercial hay un bonito espacio cubierto de césped y con unos estrechos caminitos que me recuerdan a mi niñez cuando conducía mi coche construido de cañas, madera y lata por aquellos angostos caminitos bordeados de hierbas.
En el lugar donde paseamos la Loba y yo diariamente tiene un desnivel donde discurre un riachuelo. Ella baja rápido y se pasea arriba y abajo husmeando y buscando en qué entretenerse. Algunas veces juega con unos perros que suelen andar por el lugar.
Nos preparamos y nos dirigimos hacia el lago. Hacía tiempo que no íbamos tan lejos. La Loba corría acá y allá. Se metía en el lago, sumergiendo parte de su hocico. Volvía hacia la tierra y corría entre el espeso matorral que bordea parte del lago por esa zona.
Finalmente empezó a lloviznar, clara señal de que el sol comenzaba a retirarse. En ese momento nos dirigimos hacia la casa y casi al llegar empezó a diluviar.
Estábamos contentos del paseo y de haber aprovechado los momentos en que el sol se dignó a asomar su cabeza entre medio de las nubes y deleitarnos con unos luminosos rayos que, aunque no calentaran, iluminaban nuestra cara y nuestro espíritu.

No hay comentarios: